3 octubre, 2018

María Felisa Lemos, Ciudadana Distinguida

A propuesta de Celeste Lepratti, del Frente Social y Popular, la médica epidemióloga fue homenajeada por su “coherencia política, compromiso y trayectoria profesional”.

El acto se realizó el martes 2 de octubre en el recinto de sesiones y estuvo encabezado por la autora de la iniciativa, Celeste Lepratti, quien con mucha emoción reconoció el trabajo realizado por la médica octogenaria, tanto en Rosario, el interior de Nicaragua y en su Goya natal.

La emotiva ceremonia se inició con el ingreso de Lemos al palco de honor, espacio en el que estuvo acompañada por su hijo “nicaragüense puro” según sus propias palabras, y nietos, además de allegados y compañeros de militancia política.

Luego de la lectura del decreto, Lepratti recordó como conoció a la médica en momentos en que llegó a Rosario. “Feli, es un orgullo hacerte merecedora de la distinción más importante que puede dar el Concejo Municipal”, expresó.

“Es una forma de agradecerte –prosiguió– de esta manera tan significativa lo mucho que significás, lo mucho que diste y seguís dando, tu solidaridad, tu lucha y tu resistencia”, sintetizó la edila del FSyP.

Luego se exhibió un video que dio cuenta de la vida de la epidemióloga tanto en  la Argentina como en los países que transitó, especialmente Nicaragua.

En representación del cuerpo estuvieron presentes las concejalas María Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular, y Norma López, del Frente para la Victoria-PJ, quienes junto a Lepratti hicieron entrega del texto declarativo, diploma y plaqueta recordatoria. El acto estuvo organizado por la Dirección General de Ceremonial y Protocolo, cuyo director, Norberto Martínez, le colocó la medalla pin recordatoria.

Luego de la entrega formal, Lemos relató cómo se inició su carrera en su Goya de nacimiento, ciudad que tuvo que dejar en épocas de dictadura. Agradeció especialmente “a la gente querida de la vida” y a su familia que la acompañaron en el acto.

“Quisiera poder contarles en este breve tiempo cómo fue mi vida, tan intensa”, dijo, y no olvidó mencionar sus años en la clandestinidad y momentos de mucho riesgo, cuando su vida pendía de un hilo. Y por supuesto, su experiencia en Rosario, a principios de los noventa, cuando se incorporó a trabajar como médica en el ámbito municipal y provincial. En ese registro, mencionó a “muchos compañeros de la salud pública”, especialmente a Débora Ferrandini, fallecida hace unos años.

Su trabajo en el campo de la epidemiología estuvo atravesado por otras disciplinas. Logró amalgamar de manera ecléctica ciencia y lucha, un profundo compromiso por la identidad y los derechos básicos de los barrios rosarinos más postergados.

Del acto participaron el secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) Rosario, Raúl Daz, y la secretaria adjunta Lorena  Almirón, y  Gustavo Martínez, quien asistió en representación de la Central de Trabajadores Argentinos  (CTA) Santa Fe. Sentados en las bancas y las gradas, estuvieron presentes representantes del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (Medh) y otros organismos, trabajadores de la salud pública y representantes de las organizaciones sociales, al igual que el ex edil Alberto Cortés.

En el conjunto de adhesiones se leyó la enviada por el secretario de Salud Pública municipal, Leonardo Caruana,  quien destacó su trabajo.

La declaración de Lepratti destaca la “coherencia política, gran compromiso social e importante trayectoria profesional, de quien a través de su vida, viajes, y militancia inclaudicable se muestra como un faro necesario para las generaciones futuras”. Además de Lepratti, el proyecto fue acompañado por los ediles Pedro Salinas, de Ciudad Futura;  Marina Magnani, de Unidad Ciudadana; Norma López, del FPV-PJ, y Eduardo Toniolli, del Partido Justicialista.

Biografía

Lemos nació en Goya, Corrientes,  en 1938, y reside en Rosario desde principios de la década del noventa. A nuestra ciudad llegó luego de haber transitado una profunda experiencia como médica rural y epidemióloga, carrera que perfiló inicialmente hace medio siglo en los Esteros del Iberá y luego continuó en África y Nicaragua. En ese país latinoamericano participó en la atención primaria durante la etapa revolucionaria de 1979 a 1991.

“Abarcar la vida de María Felisa Lemos implica meterse de lleno en la historia latinoamericana durante la segunda mitad del siglo XX. Ella desvela sus orígenes como la fuente de amor por su tierra”, expresó Lepratti en los fundamentos.

La médica proviene de una familia que se instaló en Corrientes en el siglo XVIII, cuando salían de Asunción a fundar ciudades. “Eso me hace sentir profundamente enraizada a estas tierras, a este continente”, expresa Lemos.

En 1956, luego de recibirse como maestra normal, decidió trasladarse a Buenos Aires, albergándose en la casa de una tía, trabajando en lo que fuera para mantenerse, situación que le permitió estudiar medicina en la  Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), título que consiguió en 1967.

Desde entonces gestó una costumbre que la acompaña siempre: “Amar, trabajar, militar y estudiar simultáneamente”.

En la década del ’60 abrazó las ideas del movimiento obrero estudiantil argentino que luchaba contra la dictadura de Juan Carlos Onganía, las del Mayo francés, “enamorándose del movimiento feminista y siguiendo de cerca los primeros pasos de la Revolución Cubana”.

De 1967 a 1970 se desempeñó como médica rural de los Esteros del Iberá, en su Corrientes natal. “Fue una experiencia muy rica, sobre todo por la gente. Al principio no podían entender porque estaban acostumbrados a los médicos varones. Que apareciera una médica mujer les pareció de lo más extraño. A pesar de ello fui muy bien recibida y aprendí tantas cosas del interior profundo, costumbres, saberes y conocimientos que me enriquecieron como persona y médica”, recuerda a través de reseñas de su vida.

Becada obtuvo la maestría en Salud Publica en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) en 1970. A partir de allí volvió a su región para desempeñarse como directora de Planificación hasta 1973.

La desaparición de dos compañeras que vivían con ella, sumado a la persecución a la que estaba expuesta y la detención de su compañero Enrique, la obligaron a permanecer en la clandestinidad hasta que ambos pudieron exiliarse en Francia desde 1978.

En París, consiguió revalidar su título de médica luego de rendir las equivalencias y pasa a trabajar en el Inserm (Instituto Nacional de la Salud e Investigación Médica).

Luego participó del proceso de transformación de Nicaragua, país en el que vivió 12 años hasta que retornó a la Argentina y se afincó en Rosario.